February 14, 2018

El denominador común = voluntarios apasionados

Nota del editor: Donna Puhalovich es miembro del equipo de compromiso de la Suncoast Campaign for Grade-Level Reading (“Leer para 3ro Suncoast”).

Mientras estaba sentada en una sala llena de más de 30 voluntarios que la Suncoast Campaign for Grade-Level Reading había reclutado para ayudar a llenar 3,400 Bolsas de preparación para Kindergarten, comencé a preguntarme cómo este diverso grupo de personas, que no se conocían, acabaron en nuestro instituto técnico local a las 6 de la tarde un martes. Muchos habían llegado directamente del trabajo, algunos trajeron a sus hijos para que se les unieran, había estudiantes de la escuela secundaria, algunas personas retiradas y una joven mamá con un bebé sujeto a su torso. Este grupo no conocía el lugar, no se conocían los unos a los otros y algunos incluso no conocían sobre la Suncoast Campaign for Grade-Level Reading, excepto por lo que habían leído en línea.

Soy una persona analítica. Así que instintivamente busqué el denominador común. Mientras lo hacía, las primeras palabras que me vinieron a la mente fueron corazón, alma y líderes, pero sabía que me faltaba algo.

El comienzo de la tarde fue muy silencioso. Incluso intenté contar unos cuantos chistes, para hacer que algunos de los nuevos voluntarios se sintieran cómodos. La vergüenza inicial fue rápidamente reemplazada y, para el final de la tarde, este callado grupo había conectado. Estaban compartiendo historias y una fácil sensación de camaradería. El trabajo de llenar las bolsas se incrementó por la conversación, y las risas y la alegría genuinas.

Ahí estaba… ¡el denominador común! Pasión: ven, reconocen, reaccionan. No “ven” el mundo; son una parte activa de él. Sí, tienen el corazón y el alma, pero muchísimo más. A medida que veía a los voluntarios irse, dándose las manos, intercambiando números de teléfono e incluso abrazando a sus nuevos amigos, las conexiones auténticas que habían tenido lugar me animaron. Estos voluntarios habían conectado con aspiraciones comunitarias compartidas y unos con los otros.

Antes de que la tarde acabase, una voluntaria me susurró al oído que era el cumpleaños de alguien. Antes de que hubiese sido testigo de la alegría en la sala, pude haber cuestionado: “¿Quién querría pasar su cumpleaños en una sala llena de desconocidos, llenando Bolsas de preparación para Kindergarten para miles de estudiantes locales?”.

Después de pasar unas pocas horas rodeada por este grupo de apasionados voluntarios, entendí por qué mi nueva amiga, Joan, querría compartir su día especial entre este grupo de personas trabajando hacía el bien común.


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